Tentado estuve el sábado de rodar hasta el cabo San Vicente, pero cuando me levanté y ví que tenía bastantes kilómetros por delante y poco tiempo para recorrerlos decidí seguir el plan marcado.
La entrada por Portugal la hice por el puente internacional del Guadiana, desviandome hacia Azinhal y buscando la carretera que bordea el río.
La mañana estaba fría, todo nublado e incluso en un momento dado unas gotas mojaron la visera del casco, esto me hizo pasarlo un poco regular las primeras horas del día con bastante frío.
Como iba solo y no tenía que cumplir con ningún horario decidí cambiar el cariz de la ruta pasando a ser un día de visita y conocimiento, deteniéndome en las zonas más interesantes del camino hasta Alcoutim.
En Alcoutim me dí cuenta que "Portugal is diferent", a las 9:30 de la mañana (hora portuguesa) me encuentro el pueblo totalmente cerrado a cal y canto, solamente había abierto una tiendecita que vendía periódicos, ni un solo bar abierto para tomar café y entrar en calor y le dí un par de vueltas al pueblo buscando un sitio abierto, increible.
Puse dirección a Mértola en busca del café perdido y allí pues por fín pude hacer una parada.
Después de dediqué a rodar por sus callejuelas del casco antiguo, toda empedrada y en bastante pendiente, si alguien se mete en esas calles con motos gordas y acompañante, que vaya con ojo en algunos puntos el maniobrar con la moto está complicado, ahora me doy cuenta que el hacer off-road te dá un pequeño plus ante situaciones como las que me encontré en las pintorescas callejuelas del casco antiguo.
Hasta aquí se puede subir con vehículos, había varios coches aparcados, pero yo sin saber que calles coger no me aventuraría a subir con coche, había esquinas y calles donde un coche pasaría apuros para pasar, con la moto no hay problemas de meterte por callejuelas y esquinas imposibles.
Una pequeña visita a las ruinas musulmanas que existen al lado del "pintoresco" cementerio de Mertola, se nota el paso de diferentes civilizaciones por la ciudad ya que hay muchos vestigios romanos en la villa y los carteles son fácilmente legibles aunque solo están en portugues e inglés.
Finalmente decidí volver a España por Pomarao y hacer una última parada para tomar una Sagres en un pintoresco bar con vistas al río donde lo único que se escucha es el cantar de los pájaros y el paso de algunas embarcaciones cada mucho tiempo.
