martes, 15 de marzo de 2022

Portugal nunca defrauda

 El pásado sábado recorrí de nuevo Portugal, desde Castro Marím hasta Bentos, una ruta que para mí estuvo genial, el día antes llovió en cantidad por la zona y me encontré, por fin, unas pistas sin polvo, con arroyos llenos de agua y apenas algunos charcos, el campo estaba exultante después del agua.

En principio el plan era acercarme a una zona de "merendas" como la llaman en el país vecino y tomar un refrigerio con unos amigos y una buena charla sobre lo humano y lo divino. Sobre todo hablamos de motos y del mundo motero. Yo por mi parte fuí el único que realicé la ruta por campo, aunque todas las motos que allí se congregaron eran consideradas trail. 






 


Un variado






Después de un tiempo desconectado del blog, retomo con esta entranda la puesta al día de mis andanzas en moto.

No comenzaba muy bien el mes de enero, ya que tras una primera salida en solitario, que ya deje sustanciada en el blog, me las prometía felices, pero como siempre pasa el destino se encargó de ir modelando el paso de los días con diversos compromisos que me ocupaban todos los fines de semana y para rematar, me contagié de Covid, hasta ahora había ido sorteando al bicho bastante bien, pero la sexta ola me pasó por encima, tanto a nivel laboral, como personal.

Tras ese parón obligado, realizamos una ruta estupenda, la conocemos como la Ruta del Tinto y no decepciona en cuanto a su recorrido y paisajes, la única pena era el polvo que se levantaba a nuestro paso y que nos dejaba un poco mal sabor de boca, nunca dicho de forma más acertada, ya que estuvimos tragando arena toda la jornada, tampoco es para tomarlo a mal, ya que lo disfruté bastante.

A la semana siguiente coincidí de nuevo en otra ruta en entorno cercano a la anterior pero trazada buscando un poco los caminos más reconditos y disfrutones, me encontré encima de la moto genial, lo estaba disfrutando muchisimo, aunque también el polvo hizo acto de presencia y enturbió un poco la jornada. Todo transcurría a pedir de boca cuando a escasos kilómetros del final de la misma el compañero Antonio nos daba un buen susto al caer y perder el conocimiento. Esto puso fin a la ruta y volvimos a casa un poco contrariados por lo sucedido, ya que nos las prometíamos muy felices tomando unas cervezas al solecito en una terraza y tuvimos finalmente que volvernos a casa con la cabeza agachada. Todo ha quedado en un susto que es lo que verdaderamente importa.

Tras esas dos salidas lo único que me quedó claro es que tenía que hacer un cambio de pastillas de freno, apuradas al máximo y los rodamientos de la dirección. En otra ocasión los habría cambiado yo mismo, pero viendo el escaso tiempo que me deja el trabajo y las actividades de mi primogénito, he optado por pasar por el taller, ahora la moto está en perfecto estado de revista.