lunes, 8 de febrero de 2021

Aire Libre


 El sábado ya no pude más, me podía el ansia, las ganas de rodar, de quemar gasolina.

Después de desayunar con la familia me puse la equipación y a rodar. La intención era dar una vuelta por el municipio de una hora o dos como mucho, recorrer todos los caminos posibles aunque no esperaba mucho de la jornada.

En un entorno de fincas de frutales me paseaba entre un camino y otro, de aquí para allá, sin rumbo fijo y tomando la decisión en cada cruce, no llevaba gps ni falta que hacía. Finalmente en un camino de tierra entre fincas de recreo y explotaciones de frutales encontré a una pareja que andaba por el camino que me indicaron la dirección hasta Villablanca, que estaba ya muy cerca. El recorrido me había llevado hasta allí. Para no volver por carretera y jugarme una parada en algún control, decidí volver por el campo, por los caminos que tantas veces he recorrido.

Que gozada, que disfrute, gritando bajo el casco, parando en sitios que antes no les prestaba atención, mirando los caballos sueltos en las fincas, escuchando el viento soplar con fuerza y sintiendo que pronto iba a llover. No me importaba lo más mínimo, saltando entre charcos al final llegué a casa con toda la moto chorreando fango, sucia, con el vapor de agua subiendo de los escapes, cansado y feliz.

Por fin, feliz.

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